martes, 9 de diciembre de 2014

Las Piñatas

La Navidad y sus Tradiciones: Las Piñatas


Este mes celebramos el Nacimiento de Jesús. 
Este acontecimiento está rodeado de costumbres y tradiciones que hoy recordaremos.
Por: Tere Fernández | Fuente: Catholic.net

Un poco de historia

Las tradiciones y costumbres son una manera de hacer presente lo que ocurrió, o lo que se acostumbraba hacer, en tiempos pasados. Son los hechos u obras que se transmiten de una generación a otra de forma oral o escrita.

En el caso de la Navidad, lo más importante de las tradiciones y costumbres no es sólo su aspecto exterior, sino su significado interior. Se debe conocer por qué y para qué se llevan a cabo las tradiciones y costumbres para así poder vivirlas mejor.

A continuación, presentaremos una de ellas con una pequeña explicación acerca de su significado y origen:
Las Piñatas


Origen de la tradición:

Las piñatas tienen su origen en China, donde, al inicio del año chino en primavera, se llevaba a cabo una ceremonia en la cual los chinos elaboraban con papel la figura de un buey, la cubrían con papeles de colores y le colgaban herramientas agrícolas.

Los colores de la figura simbolizaban las condiciones en que se desarrollaría el año con respecto a la agricultura. Se rellenaban con cinco clases de semillas que caían cuando los reyes mandarines le pegaban a la piñata con varas de diferentes colores. Cuando ya estaba vacía, se quemaba y la gente trataba de obtener parte de las cenizas, pues consideraban que daba buena suerte para todo el año.

Esta costumbre china llegó a Europa y en Italia fue donde le dieron un sentido religioso. Primero las utilizaron para las fiestas de Cuaresma, que concuerdan con el inicio de la primavera.

La piñata está hecha con una olla de barro cubierta con papel de colores brillantes y representa al demonio, que suele presentar al mal como algo llamativo para que cautive al hombre y ceda a la tentación.

La piñata clásica es como una estrella de siete picos que representan a los siete pecados capitales: soberbia, avaricia, lujuria, ira, gula, envidia y pereza.

Pegarle a la piñata con los ojos vendados representa la fe, virtud que nos permite creer sin tener que ver.

El palo con el que se le pega a la piñata representa a la fuerza de la virtud que rompe con los falsos y engañosos deleites del mundo. Las virtudes que hay que cultivar para vencer los pecados capitales son: contra la soberbia, la humildad; contra la avaricia, la magnanimidad; contra la ira, la paciencia; contra la envidia, la generosidad; contra la lujuria, la castidad; contra la gula, la templanza; contra la pereza, la diligencia. Con la ayuda de Dios, se destruye al mal y así se descubren los frutos que hay dentro de la piñata, que representan a las gracias de Dios.

El relleno de la piñata es símbolo del amor de Dios porque al romper con el mal, se obtienen los bienes anhelados.

De Italia, la costumbre de romper piñatas en Cuaresma llegó a España. Los españoles instauraron una fiesta cada primer domingo de Cuaresma y la llamaron "El baile de la piñata".

Romper la piñata al inicio de la Cuaresma simbolizaba el deseo de acabar con el mal en la propia vida, de convertir el corazón para volver a Dios y de recibir los bienes eternos.

A principios del siglo XVI esta tradición era desconocida en América. Sin embargo en México, los indios mayas, que gustaban mucho del deporte, tenían un juego en el que trataban de romper con los ojos vendados una olla de barro llena de chocolate que se balanceaba detenida de una cuerda. A los frailes evangelizadores se les ocurrió que serviría de catequesis dar un sentido religioso al juego de la olla, enseñándoles el significado religioso de las piñatas y promoviendo que se rompieran durante el tiempo de Adviento como un complemento a las fiestas de las Posadas y con el mismo sentido de conversión que le daban los europeos.

Los "aguinaldos" son bolsitas o canastas con dulces y galletas que se les entregan a las personas que, por su edad o por su salud, no pueden acercarse a recoger los dulces y las frutas de las piñatas, con la idea de que nadie se quede sin recibir los beneficios de la piñata y sin participar de la alegría de la fiesta.
Al repartir los aguinaldos debemos pensar en que todos llevamos dentro nuestro propio "relleno", es decir, una serie de cualidades, de dones que debemos descubrir y desarrollar para compartir con los demás. Cuando compartimos, nos llenamos de felicidad tanto al dar como al recibir.

Algo que no debes olvidar

Debemos vivir las tradiciones y costumbres navideñas con el significado interior y no sólo el exterior para preparar nuestro corazón para el nacimiento de Jesús.

Recopilado por: Lekes Castor

Letanía tradicional para pedir posada


martes, 2 de diciembre de 2014

Cómo enseñar a tu hijo a compartir

Cómo enseñar a tu hijo a compartir
Escrito para BabyCenter en Español


Qué cabe esperar a esta edad
"¡No te lo presto!", le grita tu hijo, de entre 3 a 5 años, a su amiguito mientras le quita un juguete. En cuanto los tranquilizas, vuelven a pelear. “¡No!”, grita de nuevo cuando su invitado intenta tocar su colección de piedras. ¿Por qué tu hijo no sabe compartir?

Bueno, sí sabe, pero no es constante. Es posible que pase varias horas al día jugando con otros niños y que sepa esperar su turno a la hora de jugar, incluso puede que esté menos centrado en sí mismo que hace uno o dos años.

Pero aún es impulsivo y no comprende bien el concepto del tiempo, así que esperar mientras su amiguito toma su turno, jugando con uno de sus juguetes favoritos, le puede resultar un reto. Por otro lado, a muchos niños en edad preescolar les encanta hacer dibujos para sus maestros, hacer regalos para papá y mamá, y compartir la merienda con los amiguitos.

A esta edad, los niños están aprendiendo que es agradable regalar y que es divertido compartir con los amigos, así que puedes enseñarle a compartir, animándole a ser generoso y disuadiéndolo con dulzura de comportamientos e impulsos menos altruistas.


¿Qué hacer?

Haz que compartir sea divertido. Enséñale juegos de equipo en los que varios jugadores trabajan juntos para alcanzar una meta común. Haz rompecabezas con él, tomando turnos para añadir piezas, por ejemplo. Comparte proyectos: planta hierbas aromáticas en macetas, pinta una puerta o lava el auto con él. Y por último, dale cosas para compartir con sus amigos de vez en cuando, como una merienda especial o calcomanías.


No castigues su resistencia a compartir. Si le dices a tu hijo que es egoísta, lo disciplinas cuando no comparte o le obligas a compartir un juguete favorito, harás que tenga resentimiento, no generosidad.



Para fomentar la generosidad, utiliza el refuerzo positivo en lugar de un castigo y ten en cuenta que está bien que tu hijo no comparta determinadas cosas. A medida que crezca, irá aprendiendo que compartir con sus amigos, los cuales serán cada vez más importantes para él, es más divertido que guardárselo todo para sí mismo.


Habla con él. Cuando los niños peleen por un juguete, ayúdalos a descubrir qué pasa en realidad. Si un amigo no presta algo, explícale a tu hijo cómo se puede sentir su amiguito. Por ejemplo: “A Pedro le gusta mucho ese juguete y por ahora no quiere que nadie más juegue con él”. Ayúdale a expresar también sus sentimientos. Cuando no se muestre generoso, pregúntale qué le pasa. Quizá descubras que en su escuela no hay muchos trenes para compartir, o que tiene un apego especial a su oso de peluche porque se lo regaló el abuelo.

Enséñale a resolver problemas. Si tu hijo no suelta el juguete que su amiguito quiere, lo más seguro es que esté pensando “O él o yo”. Seguramente, el concepto de compartir el juguete ni tan siquiera se le haya ocurrido. Anímalo a que tome turnos con el juguete (prueba a usar un reloj con alarma para marcar el turno de cada niño). Explícale que compartir no es lo mismo que regalar y dile que si comparte sus juguetes con sus amigos, será más probable que ellos compartan los suyos con él.

Prepáralo de antemano. Antes de que sea hora de jugar, pregunta a tu hijo si hay algo que prefiere no compartir, y guarda esos juguetes especiales. Luego pregúntale con qué cosas le gustaría jugar con sus invitados, como plastilina para modelar, material para dibujar, bloques de construcción y juegos deportivos. Eso le ayudará a prepararse mentalmente para el momento de compartir cuando llegue su invitado. Pide que su amiguito traiga un juguete o dos también, ya que tu hijo puede ser más generoso si no es el único que tiene que compartir sus cosas.

Respeta las cosas de tu hijo. Si tu hijo siente que su ropa, sus libros y sus juguetes no son bien tratados, es poco probable que los preste, ni tan siquiera por un rato. Pídele permiso antes de tomar prestados sus lápices de colores y dale la opción de decir no. Asegúrate de que sus hermanos, amigos e incluso la niñera también respetan sus cosas, preguntando si las pueden usar y cuidando de ellas cuando las tomen prestadas.

Predica con el ejemplo. La mejor manera de que tu hijo aprenda a ser generoso es que sea testigo de la generosidad. Comparte tu helado con él. Ofrécele tu bufanda para que juegue con ella como si fuera la capa de un superhéroe y pregúntale si puedes probarte su gorra nueva. Usa la palabra compartir para describir lo que estás haciendo y no olvides enseñarle que las cosas intangibles (como sentimientos, ideas e historias) también se pueden compartir. Y lo más importante: déjale que te vea a ti dar y tomar, llegar a acuerdos y compartir con los demás.


Recopilado por Lekes Castor